La fertilidad física de los suelos

Fertilidad fisica de los suelos
Un suelo estructurado facilita la exploración de las raíces y dispone de una gran porosidad. La materia orgánica y un trabajo racional son aspectos claves.

Ahora que estamos preparando las parcelas de huerta y nuestros frutales comienzan a despertar, iniciamos una serie de entradas sobre la fertilidad de los suelos  y cómo gestionar nuestros suelos para que sean sanos y productivos.

Ya hemos hablado en anteriores entradas de la importancia de las tres vertientes de la fertilidad de un suelo. Nos referimos a la fertilidad física, la química y la biológica. Hoy hablaremos de la fertilidad física de los suelos.

Podríamos definir fertilidad física como la capacidad de un suelo para proporcionar a las plantas un medio que retenga y facilite a las raíces agua y nutrientes, disponga de oxígeno, proporcione sostenimiento, y permita un buen desarrollo a las raíces.

¿Y cómo podemos preservar y / o aumentar la fertilidad física de nuestro suelo?

Para poder responder a esta pregunta, primero debemos aclarar dos conceptos que nos permitirán entender cómo trabajar nuestro suelo. Estamos hablando de la textura y la estructura.

La textura del suelo

La textura del suelo es la proporción de arenas, limos y arcillas presentes en un suelo una vez eliminados todos los elementos superiores a 2 mm.
Así, las arenas son las partículas de tamaño mayor, seguido por limos y finalmente las más pequeñas, de tamaño menor a 2 um son las arcillas.

Si en un suelo predominan las arenas diremos que es arenoso, si predominan las arcillas lo denominamos arcilloso y si las proporciones son más o menos equilibradas hablamos de un suelo franco.

A pesar de que con simples análisis en campo podemos estimar el tipo de textura de un suelo (lo explicaremos en futuras entradas), generalmente se determina llevando muestras a un laboratorio de análisis de suelos.

Como ideas básicas debemos saber:

Los suelos arenosos tienen poca capacidad de retención de agua y nutrientes, una buena capacidad de infiltración y son de fácil trabajar. A no ser que dispongamos de un sistema de fertirrigación, se deben enmendar con mucha materia orgánica para poderlos cultivar.

Los suelos arcillosos son los que tienen más capacidad de retención de agua y nutrientes, pero son pesados ​​y difíciles de trabajar. Si no se trabajan de forma correcta, pueden provocar asfixia radicular.

Los suelos francos (la mayoría de los agrícolas) son los más equilibrados, y en función de la proporción de arenas o arcillas, tendrán más o menos propiedades de las descritas anteriormente para cada tipo de suelos.

Pues bien, explicado esto, la idea más importante que debemos retener es quela textura es inherente a un suelo, y no la podemos cambiar, pero debemos conocerlo para trabajar de forma coherente en todos los aspectos agronómicos (fertilización, riego, trabajo del suelo etc …)
Un ejemplo: Como hemos dicho, los suelos arcillosos tienen poca capacidad de infiltración y debemos tener presente al seleccionar el tipo de goteros del sistema de riego localizado. Si superamos los l / h que es capaz de infiltrar, el agua correrá y desplazará el bulbo húmedo lejos de donde lo queremos.

Tipos de fertilidad en los suelos
Un agregado se deshace en agregados más pequeños sólo presionarlo, sin esfuerzo ..

La estructura del suelo

Las partículas orgánicas y minerales se pueden agrupar de forma natural dando lugar a lo que se denominan agregados. (Atención, de forma natural. Los terrones no son agregados, ya que provienen de la acción mecánica al trabajar el suelo).
Los agregados están llenos de poros que contienen agua y aire. Se forman en base a las partículas más grandes (arenas y limos) unidas por materiales de unión, que son las arcillas y sobre todo la materia orgánica. La materia orgánica es un auténtico “pegamento” para la formación de agregados. Por eso siempre repetimos que la materia orgánica mejora nuestros suelos.
Así, un suelo estructurado es menos denso, más poroso, facilita el trabajo de las raíces y los microorganismos, permite una mayor retención e infiltración de agua, se trabaja mejor y es más resistente a la erosión. Y todo junto hace que sea mucho más fértil.
Y así como hemos dicho que con la textura tenemos poco que hacer, con la estructura casi todo depende de nosotros!

Como preservar y mejorar la estructura

Lo primero de todo para tener un suelo estructurado es procurar mantener unos niveles adecuados de materia orgánica, haciendo enmiendas cuando sea necesario, reponiendo la que podemos ir perdiendo en los sucesivos cultivos e incorporando los restos de cultivo al suelo. (Nada de quemar!)
La otra gran herramienta es cómo trabajamos el suelo. Cada vez que trabajamos un suelo lo estamos desestructurando de una manera u otra (Recordemos que la estructura es un proceso natural).

La introducción de la mecanización de los cultivos nos llevó a un uso excesivo del trabajo del suelo que se ha demostrado nefasto para la calidad y productividad de los suelos, además de un consumo de combustible inútil.
Cada vez se tiende a trabajar menos el suelo, hasta el punto de que hay técnicas que utilizan el “no trabajo”. Sin embargo, siguiendo unos consejos básicos se pueden evitar muchos de los efectos perjudiciales del trabajo del suelo, manteniendo los beneficiosos.

Fertilidad fisica en los suelos
Un suelo desestructurado por trabajo excesivo y falta de materia orgánica. No confundir los terrones, en este caso duros y cementados, con los agregados.

 

  • Debemos trabajar el suelo en un punto óptimo de humedad. NUNCA trabajar un suelo demasiado húmedo. Lo que estamos haciendo es mortero de arcilla, y los efectos negativos pueden ser difíciles de revertir. Tampoco un suelo demasiado seco, (cuando hace mucho polvo), ya que estamos pulverizando los agregados.
  • Intentar usar aperos de corte (cultivadores, vibrocultor, subsoladores) y nunca los que voltean el suelo (vertederas) antes de que los rotativos (rotovator o fresas)
  • Trabajar el suelo cuando se haga por algún motivo. Olvidémonos de lo de “tener el campo limpio” a base de trabajarlo porque queda mejor estéticamente.
  • Incorporar en las rotaciones abonos verdes de gran biomasa radicular.
  • No dejar campos desnudos demasiado tiempo. Si podemos hacemos abonos verdes. Si no, dejamos crecer las hierbas y las vamos segando antes de granar.

 

Suponemos que habrá lectores que por las dimensiones de sus huertos no disponeis de tractor y usais una motoazada. En este caso, recomendamos seguir el siguiente consejo (aparte de los generales ya indicados) con el fin de afectar lo menos posible a la estructura del suelo.

  • A diferencia de lo que suele hacer la motoazada es mejor usarla a velocidades lentas. Si dispone de marchas es mucho más fácil. No queremos pulverizar el suelo!

 

Olvidémonos de la idea de que una parcela de tierra extremadamente fina es lo mejor para nuestras plantas. Y si no, esperemos que llueva un poco y veremos como se endurece. Trabajando a baja velocidad no rompemos los agregados, y seguro que salvaremos la mayoría de los gusanos de tierra, grandes aliados en la tarea de mantener la estructura de nuestros campos.

3 respuestas a «La fertilidad física de los suelos»

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