Variedades locales: nuestro patrimonio agrícola

Las variedades agrícolas, son una base de nuestro patrimonio gastronómico. Fuente: elaboración propia
Las variedades agrícolas, son la base de nuestro patrimonio gastronómico. Fuente: elaboración propia

A quien le guste el turismo gastronómico sabrá que en cada lugar hay algún plato típico y que a veces alguno de sus ingredientes es una verdura u hortaliza que sólo se puede encontrar en la zona: pimientos del piquillo en Navarra, judiones de Segovia, judías de Santa Pau en Girona… Y además, tienen características cómo su aspecto o sabor,que los diferencian del resto. Pero más allá de sus peculiaridades culinarias también se encuentran diferencias en los cultivos debido a las características de la propia planta.

Estas variedades hortícolas con nombre, serían ejemplos de variedades locales, pero también existen otras menos conocidas y relegadas a ámbitos menos comerciales. Todas ellas son variedades que han pasado del estado silvestre al cultivado en el mismo lugar donde se utilizan actualmente. Aunque esta afirmación, no es del todo cierta ya que las semillas y plantas siempre han viajado a lo largo del planeta, y es en el nuevo emplazamiento donde se dan los procesos de adaptación y selección dando lugar a esas nuevas razas locales.

Hace entre 7000 y 13000 años que las poblaciones de cazadores y recolectores (de aquellas plantas silvestres originales), pasaron a poblaciones agrícolas generando un salto cualitativo en la diversidad de los recursos de la humanidad. Las plantas y animales se fueron seleccionando y adaptando a los diferentes ambientes y usos, interactuando procesos de selección natural cómo la mutación, y la propia selección del agricultor quien escogía de manera consciente (fenotipo o caracteres visibles) o inconsciente (genotipo o información genética) las características que le eran más óptimas para su alimentación o uso. En términos generales, muchas plantas perdieron partes tóxicas en ese proceso de domesticación, aumentaron el tamaño de las partes utilizadas de la propia planta o se hicieron más productivas. Y de esta manera, se ha dado lugar a la agrodiverisidad y a los distintos cultivos.

Diversidad genética: ¿Las zanahorias siempre fueron naranjas?

La respuesta parece muy simple, ya que en las fruterías sólo hay zanahorias naranjas, pero la realidad es bien diferente. Las primeras zanahorias eran moradas por fuera y anaranjadas por dentro y provenían de oriente medio. Posteriormente llegaron a Europa, alrededor del siglo I d.C., pero de colores rojos y amarillos. No es hasta más tarde que la zanahoria de color naranja conquista el mercado. El mito dice que fue un cruce entre variedades realizado en los Países Bajos para honrar a la casa real holandesa de Orange. Sea verdad o no, este ejemplo muestra la diversidad genética dentro de las zanahorias donde cada variedad es de un color distinto.

Algunas de estas zanahorias de colores, se pueden encontrar hoy en algunos mercados. Fuente: PhotoPin
Algunas de estas zanahorias de colores, se pueden encontrar hoy en algunos mercados. Fuente: PhotoPin

Las variedades locales, además, se caracterizan por una alta variabilidad individual, que son genéticamente dinámicas y están en equilibrio con el medio ambiente y los patógenos. Y por estas razones tienen un rendimiento y una producción media estable. Estos cultivos más heterogéneos, presentan respuestas diferentes a las posibles perturbaciones, como plagas o enfermedades; la cual cosa puede ser interesante por su gran capacidad de recuperación frente a estas. Un ejemplo histórico sería cuando el hongo Phytophthora infestant o mildiu, arrasó con la producción de patata en Irlanda en 1846 ya que, prácticamente la totalidad de la patata procedía del mismo clon “Aran Branner”, traído de Galicia. Esta variedad de patata era poco exigente en las características del clima y suelo y muy productiva, pero también muy sensible al mildiu. Así que un ataque de este hongo, dejó al país en situación crítica. Y evidencia la ventaja de cultivos con diferentes respuestas a plagas y enfermedades, y el riesgo que supone cultivos más homogéneos.

En resumen, con variedades locales, tendremos cultivos más adaptados a las condiciones locales de suelo y clima y más tolerantes a las distintas plagas y enfermedades. Y es por estas características que la agricultura ecológica, donde no se utilizan productos de síntesis como fertilizantes y pesticidas, representa un marco idóneo para su cultivo.

Erosión genética

Esta riqueza genética generada durante siglos, hoy se encuentra en el proceso contrario. Sucede, a veces, que variedades de un cultivo son sustituidas por otras, ya sea por su mayor eficacia o mejor adaptación climática. Y variedades que atesoran la diversidad genética de siglos de selección caen en el olvido. Un ejemplo sería la sustitución del mijo (Panicum miliaceum), el panizo (Setaria itálica) y el trigo sarraceno (Fagopyrum esculentum) por el maíz en Europa a partir del siglo XVI.

Las semillas guardan la información genética resultante de años de selección y conservación. Fuente: elaboración própia
Las semillas guardan la información genética resultante de años de selección y conservación. Fuente: elaboración própia

Pero es en los últimos siglos, en los que la humanidad ha sufrido grandes cambios y sobre todo a partir de la revolución industrial, que aparece un nuevo modelo agrícola de grandes insumos y que exige altos rendimientos. La selección de las semillas ha dejado de llevarse a cabo por los agricultores en el campo a producirse en el laboratorio en manos de científicos. Y las características buscadas han pasado a ser las más adecuadas para el proceso de industrialización de los campos, viéndose favorecidas las variedades de cultivo más uniformes y adaptadas a la mecanización; como por ejemplo tiempos de conservación post-cosecha más largos o maduración simultánea de todo el cultivo.

Las semillas creadas en laboratorios se conocen como híbridas, obtenidas a partir de dos variedades diferentes, las cuales poseen alguna característica que se desea trasmitir.  Esta primera generación resultante tiene un alto rendimiento inicial (vigor híbrido), pero que cae en picado en las siguientes generaciones, por lo que sí se quiere mantener una buena producción se deben obtener nuevamente semillas.

Las variedades locales han sido sustituidas por estas más modernas, lo que se traduce en una pérdida de diversidad, conocida como erosión genética. Según estimaciones de la FAO, cada año se pierden unas 50.000 variedades de interés agrario.

Conservación de la diversidad agrícola

A lo largo de la historia ha habido intercambio de semillas, recolección de nuevas plantas o movimientos de especies de un territorio a otro, pero la intención no fue nunca la de salvaguardad la biodiversidad. En los últimos tiempos, la intensa pérdida de variedadesha acabado por crear conciencia sobre la importancia de conservar dichos recursos fitogenéticos. Se redescubren variedades interesantes a nivel productivo por su  gran rusticidad y adaptación a la región, pero también muchas con apreciadas características organolépticas.

El cultivo de variedades locales en los huertos, representa una gran oportunidad para asegurar su conservación. Fuente: elaboración propia
El cultivo de variedades locales en los huertos, representa una gran oportunidad para asegurar su conservación. Fuente: elaboración propia

Para empezar un cultivo, el agricultor necesita la semilla o el plantel, que él mismo puede hacer a partir de semillas que haya guardado de cultivos anteriores o conseguir de otros agricultores cercanos. Pero esto conlleva un trabajo añadido, por lo que también se puede obtener de tiendas especializadas, tanto el plantel, como paquetes de semillas.

Estas semillas o plantel están reguladas por la ley donde además se establecen diferentes niveles de control y exigencias sobre su homogeneidad, estabilidad y diferenciación. Pero existen muchos cultivares locales tradicionales que no están inscritos y siguen existiendo para el autoconsumo. En este caso son necesarias las iniciativas locales orientadas a la conservación del patrimonio genético donde la gente se anime a plantar y conservar semillas de variedades locales. Estas variedades no siempre serán altamente productivas, pero revelan características y usos extraordinarios: sandías que se conservan todo el invierno, calabazas con diferentes usos, tomates que nunca se ponen rojos o judías más resistentes a la araña roja.

Lamentablemente muchas de estas semillas se encuentran en manos de agricultores de avanzada edad, por lo que el relevo generacional es necesario para que no se pierdan. Así que si en vuestras manos cae algún tesoro de estas características, no dudéis en llevarlo a vuestros huertos y descubrir este patrimonio agrícola.

photo credit: Carrots via photopin (license)

2 respuestas a «Variedades locales: nuestro patrimonio agrícola»

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